Mesa redonda realizada en la sede de la Academia Nacional de Bellas Artes el jueves 14 de agosto de 2003. Participaron: Rosa María Ravera (Presidente de la ANBA), Luis Ovsejevich (Presidente de la Fundación Konex), Carlos Colombino (Konex Mercosur por Paraguay), Eugenio Dittborn (Konex Mercosur por Chile), Gastón Ugalde (Konex Mercosur por Bolivia) y Diana Saiegh (Arquitecta y gestora cultural). Moderadora: Llilian Llanes
Transcripción del encuentro:
Juan García Gayo:
En el marco del Seminario de Cultura Contemporánea 2003, tenemos la satisfacción de presentar a los premiados por la Fundación Konex dedicado a las Artes Visuales en el Mercosur. Participan de este acto el Presidente de la Fundación, Dr. Luis Ovsejevich. la Presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes, Prof. Rosa María Ravera, los artistas Carlos Colombino (Paraguay), Eugenio Dittborn (Chile) y Gastón Ugalde (Bolivia), actuando como moderadora la Dra. Llilian Llanes. Asimismo, el acto tendrá carácter de homenaje al arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, otro de los ganadores de este Premio Konex Mercosur, quien ha recibido el galardón hace pocos días en su casa de Rio de Janeiro. Y ahora, antes de iniciar formalmente el acto, queremos agradecer a la Fundación Konex y a su Presidente, su imprescindible colaboración para realizar este encuentro, a los señores académicos presentes, a las personalidades de la cultura que nos acompañan, a los amigos y público en general que nos honran con su constante asistencia a nuestras reuniones. Para iniciar el acto hablaran a continuación la Presidente de la Academia, Prof. Rosa María Ravera, y el Presidente de la Fundación Konex, Dr. Luis Ovsejevich. Escuchamos a la profesora Ravera
Rosa María Ravera:
Agradecemos hoy poder contar con la presencia de los premiados por la Fundación Konex galardonados por el Mercosur y con el Presidente de la Fundación, además de la inestimable colaboración de nuestra académica por Cuba Llilian Llanes. Es para nosotros una gran satisfacción dado que ayer se entregaron los premios en un lúcido acto realizado en la Cancillería. Creo que fue una alegría muy compartida con la gente que asistió al mismo, y lo que significó el esfuerzo de ser jurado, nos hemos esforzado como debe ser todo jurado que quiere hacer las cosas, pensando, consultando, documentándonos y además en el cumplimiento de los premios otorgados, el Presidente de la Fundación Konex que viajó a Río de Janeiro para otorgar este galardón a Oscar Niemeyer. Es una muestra de real colaboración, porque siempre se habla de establecer rutas que creo son las que queremos proponer nosotros, rutas que tienen un significado geopolítico, etc. Pero esto de ir, es una comprobación real de gran eficacia simbólica concreta y de múltiples proyecciones. Nosotros en la Academia tenemos una línea de encuentros latinoamericanos, el año pasado lo hemos hecho con varios integrantes provenientes de Brasil, Perú, Chile, etc. Entonces queremos ampliar nuestros horizontes, nuestras perspectivas y las queremos ampliar no sólo en lo que nos cabe -eso hace un poco a la historia personal de cada uno- yo como muchos argentinos soy hija de italianos, de piamonteses. La Argentina está constituida en gran parte por descendientes de españoles, descendientes de italianos, de extranjeros de otras nacionalidades y ¿cuál es la posibilidad de configurar nuestra identidad sino esta posibilidad de a establecer puentes con Europa? Ahora ha llegado la hora de Latinoamérica. Una vez más me siento muy halagada de estar con quienes nos acompañan y han tenido la cordialidad, las ganas de venir y especialmente a Luis, muchas gracias.
Luis Ovsejevich:
Para mí es un gusto estar aquí presente en la sede de la Academia. Ante todo quiero agradecer y felicitar a Rosa María Ravera por todo lo que ha hecho en esto que hemos conseguido ayer, entregar los premios. A través de su labor como jurado, su gentileza permanente, su buena predisposición y lo mismo digo a todos los integrantes de la Academia porque ella lo estaba haciendo en nombre de la Academia. No soy político, así que no voy a hacerles perder el tiempo para no decir nada. Simplemente quiero señalar que soy un gestor. Soy un hombre que trato de concretar las cosas, me propuse generar los Premios Konex del Mercosur como una continuidad de los Premios Konex que venimos dando desde 1980 y hemos conseguido premiar a las cinco figuras más representativas, cada una en su país, de las Artes Visuales. En el caso de Niemeyer, como decía Rosa María Ravera, le llevamos nosotros el trofeo porque, en primer lugar, Niemeyer no toma el avión y, en segundó lugar, pretender que a los 95 años se viniese en un ómnibus o en un auto era un poco difícil, por lo tanto fuimos nosotros a llevárselo a él. A los otros tres premiados que están aquí presentes les quiero agradecer muchísimo por haber venido a Buenos Aires a la ceremonia que tuvo lugar el día de ayer; el quinto, Camnitzer, que vive en Nueva York, se encuentra en Roma, con lo cual le resultaba imposible estar presente. Simplemente quedo a disposición de ustedes.
Llilian Llanes:
El Presidente de la Fundación se excusaba por no hacer política y ser promotor, y ¡cuánto necesitamos nosotros de gente como él! para hacer avanzar los proyectos que todos queremos llevar a cabo. Quiero agradecer ante todo a la Academia como institución que me haya permitido estar hoy aquí, con tres grandes amigos, que me hacen recordar muchos esfuerzos de conjunto, no sólo por parte de los promotores, sino también por parte de los artistas, por conocernos mutuamente en esta región tan desconocida durante mucho tiempo de manera horizontal. La Academia por lo menos en los últimos tiempos, en los que estoy viniendo más frecuentemente, se ha convertido realmente en un foro de discusión, de debate, de información de lo que ocurre en la Argentina, y este tipo de reunión que se hace aquí permite vislumbrar que la Academia también se está incorporando a los esfuerzos que se van haciendo desde hace tantas décadas por integrarnos en América Latina.
No puedo dejar de recordar en este momento a los primeros vanguardistas argentinos. Allá por los años 20, especialmente. Oliverio Girondo en el año 23 o 24, decidió hacer una gira por toda América Latina para conocer mejor a los poetas y artistas de la región y buscar cómo unirse. En esa fecha salió de Argentina. Fue a Colombia, a Perú, a México para terminar en Cuba. Y creo que esto que se está haciendo ahora en la Academia enlaza con aquella vocación latinoamericana que tuvo la primera generación de vanguardistas en la Argentina y a la que se unieron muchas otras figuras de América Latina. En segundo lugar, quería también celebrar que la Fundación Konex haya incorporado en sus homenajes y reconocimiento a artistas más allá de las fronteras del país, y me llamó mucho la atención el material que me envió Rosa María. Porque debo confesar, que no sabía qué era la Fundación Konex y no sabía cuál era el alcance de los reconocimientos que daba. Me llamó mucho la atención que no sólo se reconocen los méritos de las figuras de mayor talento en las artes visuales, sino que se mueven en un ámbito realmente muy amplio donde figuran grandes personalidades del deporte, de la ciencia, la tecnología, la música popular, en realidad una verdadera concepción de lo que es la cultura de un país. Y por otra parte, cuando yo vi las figuras que se estaban reconociendo en el Cono Sur, efectivamente, me di cuenta que había detrás de esto una intención muy marcada de ir poniendo las cosas en su lugar. Cuando vi las figuras que habían sido premiadas, me parecieron las más prominentes de esta subregión. Con cada uno de ellos tengo algún recuerdo, de alguno de ellos puedo decir que recibí mucha energía porque todos se hicieron participes del proyecto de la Bienal de La Habana cuando esta bienal era tan sólo un proyecto. Y cuando hace mucho tiempo yo revisé el Catálogo de la primera Bienal, no podía creer que muchos artistas a los cuales les hicimos homenajes y exposiciones individuales en Bienales posteriores -como es el caso de Eugenio Dittborn y Luis Camnitzer-, quienes ya habían participado en la primera, y qué decir de Colombino que en una Bienal en San Pablo me lo encontré -a lo mejor él no lo recuerda- y me ayudó mucho a introducirme en los medios latinoamericanos. Quiero decirles a ustedes que los jurados que participaron en cada país en la selección de los artistas son realmente figuras a las cuales yo respeto profundamente, a las cuales admiro muchísimo y con las cuales tengo mucha empatía. Por tanto, pienso que es natural que estemos totalmente de acuerdo el jurado y en mi caso que tenía que presentarlo con la selección que hizo Konex. Y les reitero que la Fundación se incorpora de esta manera a un esfuerzo que se viene realizando desde los años 80 en diferentes países de América Latina y que sin chauvinismo de ningún tipo -porque los que me conocen saben que no tengo ninguna vocación de chauvinismo de pequeña gran potencia-, como decimos nosotros en Cuba cuando alguien empieza a decir que tenemos la fábrica más grande del mundo, el museo más grande del mundo, o que hacemos la bienal más grande del mundo. Creo que todo esto nosotros lo calificamos de chauvinismo de pequeña gran potencia.
Pero lo que sí es cierto, es que en el año 60, pocos meses después de la Revolución, se crea en La Habana la Casa de las Américas, que fue en su oportunidad la institución que recogió los anhelos latinoamericanistas de los poetas, escritores y artistas de los años 20. En aquellos años nosotros, jóvenes estudiantes universitarios, tuvimos la oportunidad de escuchar en nuestras aulas a Julio Cortázar, a Benedetti, a Mario Vargas Llosa, a todos los literatos de la época y al mismo tiempo, tuvimos la oportunidad de ver a los grandes artistas que se estaban gestando en América Latina a través del premio de grabado latinoamericano y a través del premio Casa que iba teniendo de jurado a muchos artistas. De modo que la Casa de las Américas inició un trabajo que no fue tampoco aislado, sino que esto ocurrió porque en otros países se estaban haciendo proyectos similares. Y si no con una proyección latinoamericana, sí con una intención de rescatar los valores nacionales que nos permitieron después a las instituciones que nos proyectamos con una visión latinoamericanista, poder obtener la información, el apoyo y la colaboración de los diferentes países. Me resulta verdaderamente grato -lo digo con total sinceridad- y me honra presentar a los premiados por la Fundación Konex.
Lamentablemente no está aquí Camnitzer, que hubiera completado la visión de la obra de estos artistas de la subregión del Cono Sur. Pero empezaría por presentarlos aunque creo que todos ustedes los conocen; pero me gustaría darles una idea de quién es cada uno de ellos. Eugenio Dittborn, gran amigo en primer lugar, al igual que el resto de artistas, pertenece a la generación de los años 60, uno un poquitico más para acá y otro más para allá como yo, nos formamos en aquel ambiente belicoso de los años 60. Fuimos una generación que nos marcó con el compromiso que establecimos con nuestro espacio y con nuestro tiempo. Y Eugenio es una de estas figuras de América Latina que desde muy joven y desde que inició su trabajo como creador, se proyectó de esta manera como pionero de los trabajos aeropostales en América Latina y de sus trabajos en video. Gastón Ugalde, igualmente, lo recibí muy temprano en la Bienal de La Habana. A diferencia de Eugenio que estudió Bellas Artes, pintura dibujo y grabado en su ciudad natal, Gastón estudió arquitectura. Esto llama la atención porque en la tradición del arte latinoamericano no son pocos los grandes artistas que vienen de la arquitectura. Carlos Colombino estudió de igual forma arquitectura en Paraguay. En el caso de Colombino quiero destacar no sólo sus contribuciones como artista plástico, sino también su contribución como promotor y difusor de la cultura de su país. Fue creador y fundador del Centro de artes visuales Museo del Barro, que en ese pequeño país que está en el centro del Mercosur, ha hecho un trabajo extraordinario por dar a conocer los valores de la identidad de Paraguay y de la región y estimular el estudio de las artes tradicionales de su país, atrayendo a artistas de otros países a Paraguay. En el caso de Camnitzer que es de la misma generación, es más cercano a Colombino que a nosotros tres, que nos llevamos un poco menos de tiempo. Nació en Alemania pero rápidamente vino a Uruguay y luego ya grande se estableció en los Estados Unidos. Primero estudió grabado, después escultura y arquitectura. Ahora quisiera que estos artistas expliquen cómo es que devinieron creadores y que conversen con ustedes con respecto a sus más intimas preocupaciones y anhelos con relación al arte.
Quería explicarles que lamentablemente Niemeyer no puede estar entre nosotros pero que el fantasma de Niemeyer nos persigue al igual que estos tres artistas, una generación muy posterior a Niemeyer, que es un símbolo no sólo de los brasileños sino de nosotros, latinoamericanos. Quisiera para recordarlo citar sus propias palabras, cuando este arquitecto dijo "Cuando una forma crea belleza ella tiene una función y una de las más importantes es la arquitectura. Es lo que tengo que decir sobre el tema de la forma en arquitectura, sobre la creación arquitectónica que tanto me ocupó en la vida no obstante interesado en otros problemas, angustiado por la miseria mucho más importante para mí que la arquitectura". En uno de sus testimonios cuando se construyó Brasilia, terminó diciendo algo con lo cual, creo, podemos abrir la conversación entre los artistas y ustedes. Comentando sobre Brasilia y sobre cuáles eran las directrices de su trabajo como arquitecto a partir de ese momento dijo "Éstas son mis directrices actuales de arquitecto, si ahora se orientan hacia una mayor pureza y simplicidad, se basan sin embargo, en la misma concepción creadora, la única capaz de engendrar una verdadera obra de arte". Y así quisiera darle paso a nuestros invitados y premiados de hoy para que cada uno de ellos explique sobre su obra personal y dialoguen con ustedes.
Eugenio Dittborn:
Yo en primer lugar quisiera leer algo que ya está impreso en relación a mi trabajo, porque tengo la impresión que mi obra no se conoce en absoluto en Buenos Aires. He calculado cuánto tiempo resistirían ustedes de lectura y pienso que podrían ser 6 minutos. Voy a leer algo muy breve y muy simple escrito por un crítico inglés sobre mi trabajo y probablemente en una segunda vuelta lea fragmentos de una entrevista en la cual yo participo.
"Las pinturas aeropostales fueron un invento pragmático, permitieron a Dittborn comunicarse hacia fuera de las fronteras de Chile sin depender de la existencia de una compleja infraestructura cultural. Su pragmatismo contenía un acto polémico de resistencia en el acto de superar la escasez y la privación, desafiaba también el privilegio, las obras al enviarse a las metrópolis europeas y norteamericanas, llegarían como pequeños paquetes para expandirse luego y ocupar un considerable espacio como el caballo de Troya según Dittborn, alcanzando una escala incluso arquitectónica sin ser monumental. Por cuanto desde el principio Dittborn se rehusó a eliminar los pliegues de sus obras, huellas del viaje y de la escasez originaria, tampoco permanecerían las pinturas aeropostales en las metrópolis como un despojo de la acumulación cultural, seguirían su camino, se exhibirían en calidad de pinturas para luego seguir circulando en calidad de cartas. El carácter pragmático y polémico de las pinturas aeropostales tiene también una dimensión filosófica, la de ir más allá de toda inmovilidad, finalidad y rigidez. Las pinturas aeropostales tienen algo del zen por su elegancia y economía de medios, hacen algo a partir de casi nada y por emplear en su favor redes preexistentes de energía y poder". En "Nubes de polvo", del libro “Mapa” escrito para una exposición en Londres y en Rotterdam en 1993.
Llilian Llanes:
Vamos a escuchar a cada uno de ustedes, cuál se anima...
Gastón Ugalde:
Buenas noches a todos y desde anoche no puedo todavía dejar de sentir la extraña satisfacción de recibir un premio. Primero agradecer y después de haberme encontrado con queridos amigos, con Llilian que nos conocemos hace décadas, en instancias como éstas, hacen que la alegría sea mucho mejor. Ya ella mencionó que desde temprano hicimos grandes esfuerzos para rozar lo social y como boliviano para llegar a Cuba y participar en la bienal. En un principio no entendía la función de las bienales, especialmente como boliviano, me sentía marginado de las corrientes latinoamericanas porque en Bolivia estamos pasando el mismo fenómeno de Latinoamérica pero en pequeñito. Bolivia está pues marginada por las corrientes del Pacífico y del Atlántico, en la del Atlántico la mayor parte de los artistas argentinos se relacionan con Europa
Algo del Paraguay y lo que nos une más a Paraguay y Bolivia es que somos los dos culturas muy similares, mediterráneas. Entonces en el otro lado, los tenemos a los peruanos, ecuatorianos, chilenos y venezolanos que tienen una relación Pacífico con Centroamérica, México, Estados Unidos y Panamá. Y los bolivianos estamos más aislados, encerrados al medio, ahora menos que en los 60 o los 70. En aquel tiempo era muy difícil comunicarse, recibir información y las corrientes del arte llegaban siempre una década después, el cine llegaba seis meses más tarde, entonces eso nos hacía sentir marginados, y gracias a las bienales que suceden en algunos territorios en Latinoamérica es donde sentí el verdadero propósito de integración de los pueblos a través del arte. Ahí comprendí que la transformación de las culturas y el fortalecimiento de los pueblos solamente se hacen a través de las artes. He meditado mucho al respecto, particularmente de lo que sucede en Bolivia, porque después de haber luchado por lograr una democracia no muy preparada sino más bien encontrada, es que todavía no hemos sabido aceptarla. Es una democracia joven, y los artistas no hemos sabido responder con mayor vigor, creatividad y fortaleza en Bolivia porque los gobernantes demócratas tampoco establecen o crean políticas culturales para poder transformar la sociedad junto con los creadores. En ese sentido, he tenido la suerte de trabajar intensamente con la creación de un centro de arte y comunicaciones ya en los años 70, del cual todavía soy Director, y hemos formado un movimiento generacional de bastante importancia, pero todavía no hemos sabido dirigir nuestro movimiento hacia fuera. Yo, particularmente, desde muy temprano, me dejé cautivar por la fotografía y dejé la arquitectura ya siendo un maestro fotógrafo, la fotografía me guió al grabado y a la pintura, la pintura a la escultura, la escultura a la forma al espacio, a la instalación. Y durante varios años me entregué realmente al conocimiento de mi propio territorio y también de Latinoamérica, donde he tenido la suerte de poder viajar mucho y participar en bienales como la de Trujillo, de San Pablo, la de Cuenca la de Mercosur. Es ahí donde he sentido la verdadera comunicación con los artistas, los creadores en todas las disciplinas, y ahora soy grande amigo de muchos de ellos. Pero siempre hay un animal en Bolivia, el quirquincho, con el que se hace un instrumento musical que se llama el charango. Entonces los quirquinchos, los bolivianos, siempre nos encerramos, somos tímidos, introvertidos y aunque no lo parezca, yo también soy un poco así. Lo que sí tengo de boliviano es que soy un poco festivo, me gusta mucho celebrar la vida y esas celebraciones me han hecho acercarme mucho a las culturas originarias de Bolivia con las cuales he llegado a tener a través de las artes, una comunicación muy directa. Y la satisfacción es que finalmente después de muchos anos, estoy habitando mi territorio y me he encontrado un día despierto, y me di cuenta que había estado habitando también el arte, y esto recién me ha sucedido. Y el habitar el arte me ha hecho tomar una decisión de ser más participativo con las regiones más alejadas de las culturas civilizadas, donde no existe nada, y la arquitectura ha vuelto a mí, y ahora me estoy convirtiendo en arquitecto.
Existen unos territorios en el sur de Potosí en los límites de Chile y la Argentina, los desiertos de los Lípez, que son los desiertos más grandes de Sudamérica. El gran desierto de sal, Salar de Uyuni, es una inmensidad que se ha llamado la página blanca más grande del planeta. Uno ha tenido el atrevimiento de escribir en semejante espacio el poema más grande del mundo. Entonces, soy un habitante cotidiano de esa región y estoy trabajando, en la construcción de dos poblaciones en territorios sumamente deshabitados, con una población de 600 a 700 habitantes. Pero los aymaras, los aborígenes, han llegado a comprender que no se trataba de un alocado que se acercó a ellos, sino que entendieron y les hice sentir que ellos también pertenecían a la cultura de la piedra, que la piedra era lo fundamental para ellos, para comunicarse y que era una falta de voluntad y de energía y de creatividad el no utilizar las piedras que están ahí, en las canteras para transformar un poco su territorio. Encontré canteras de mármol rojo, de mármol blanco, piedras negras. Gracias al apoyo de amigos sensibles a la cultura como la Corporación Andina de Fomento y algunas instituciones privadas en Bolivia que se sumaron al proyecto, en el espacio de tres años hemos transformado tres pueblos con esculturas en piedra o instalaciones en piedra de una gran magnitud, donde verdaderamente me siento muy orgulloso de haber hecho percibir que el arte, la arquitectura, la materia, son tan esenciales para mejorar la calidad de vida y para la comunicación. Creo que se lo ha logrado, por favor si pueden anotar una página web www.culpinac.org es uno de los villorios de los pueblos, y www.villaalota.org.
Entonces he estado trajinando mucho esos desiertos y he invitado a amigos, arquitectos de otras regiones, les he hecho conocer mucho de los territorios, pues es necesario tener dentro de espacios, diferentes lenguajes. A Clorindo -si no me equivoco- le hemos hecho llegar la invitación. ¿No? Bueno, tenemos que revisar eso. Con Clorindo tenemos una amistad profunda, es gran conocedor de Bolivia, donde lo estiman mucho también. Entonces se confirma la palabra que traté de comprender desde pequeño, que las grandes culturas solamente se fortalecen a través de las artes. Y eso lo estoy confirmando.
Carlos Colombino:
Como todos los años vengo a Buenos Aires a exponer, no voy a decir lo que yo hago porque no va a resultar pertinente. Quería explicarles que cuando se habló del encuentro latinoamericano, lo primero que apareció es que antes que en imaginar o en pensar en Latinoamérica, teníamos que pensar en nosotros mismos. Enfrentamos una dictadura muy fuerte durante 35 años y nosotros como artistas, no solo yo, sino un grupo de gente, imaginábamos que no podíamos dejar el lugar de un enfrentamiento contra una fuerza muy superior a nosotros, para que la cuestión institucional y cultural nos pasara de lado, y sobre todo enfrentar años tan difíciles. Por eso, pensamos en un lugar de reflexión y de trabajo en la cuestión de las artes visuales. Ese lugar y ese sitio se convirtieron en un lugar emblemático, puesto que ahí se realizaron las reuniones antes de la caída de la dictadura, ahí se buscó juntar a toda la gente que trabajara, que estudiara, que investigara, que expusiera y hemos creado el Centro de Artes Visuales, el Museo del Barro.
Pero también no solamente en ese trabajo como oposición y conocimiento entre nosotros mismos, y la vinculación entre nosotros fue muy importante para poder salir de alguna manera de esa noche oscura que fue la dictadura, y también la idea del reconocimiento y la valorización de todos los grupos existentes en el Paraguay que trabajaban en la experiencia creativa. Así pensamos en los indígenas, no como una cuestión social, sino como reconocer el trabajo que ellos hacen a nivel creativo. De tal manera que esas obras existentes en el Paraguay, hoy día lo que la gente realiza, no es una cuestión del pasado, hoy día debe ser reconocida por la sociedad nacional que es una sociedad muy olvidadiza, es una sociedad que no tiene en cuenta a los distintos componentes de lo que es el Paraguay. Asimismo, pensamos en los creadores populares, que eran creadores del campo, que trabajan una serie de formas, actividades, materiales, etc. que hemos reunido en un espacio que tiene la misma categoría y la misma calidad de exposición. Nosotros nos llamamos artistas urbanos, no como éste que está allá por las salinas, hablo de los artistas urbanos que centramos nuestra actividad en las ciudades. Hemos incluido todo eso y hemos fundado este espacio que tiene ya más de 24 años. El espacio fue no solamente pensado para pensarnos, para enfrentamos a una dictadura. Hasta allí nos estábamos enfrentando a una dictadura porque, aunque ustedes crean que Stroessner ya se ha ido, él todavía permanece, él está todavía y entonces nosotros seguimos enfrentándonos a esas formas existentes que inclusive contaminan y afectan a cada persona, porque cada paraguayo tiene dentro de sí un Stroessnito propio. Y nuestro trabajo como artistas y como personas que trabajamos, de alguna manera con la gestión cultural, hemos pensado que deberíamos ver el espacio que nos rodea -como había dicho Augusto Roa Bastos- éramos una isla rodeada de tierra y de silencio y somos, como ha dicho Gastón un país pequeño, mediterráneo, olvidado en el fondo de América. Y pensábamos que debíamos mandar lineadas hacia los países de afuera. Así fue como conocimos a Ary Brizzi, con quien nos encontramos en la bienal de Quito, hace montones de años, con Llilian Llanes, con quien pudimos incorporar a Paraguay a la Bienal de La Habana en la que nunca habíamos podido participar por culpa de la dictadura, y entonces teníamos un vinculo entre San Pablo y Buenos Aires. Asunción está a la misma distancia de ambas ciudades, y se comenzó un trabajo de vinculación y empezamos a ver la necesidad de salir de esa cosa cerrada que podíamos haber imaginado para nosotros mismos, para nuestro propio conocimiento, para ese trabajo que se hacía hacia adentro y tenía que salir hacia afuera. Comenzamos a trabajar con los artistas, no teníamos contacto con las instituciones ni con las embajadas y trabajamos siempre solos.
Así han expuesto en Paraguay muchísimos artistas argentinos, desde un Antonio Berni hasta un Luis Felipe Noé, una grabadora que expuso hace 17 años, y ahora estamos haciendo una obra con Nicolás García Uriburu, para detener la caída de los bosques. Recibimos en Paraguay a toda la gente que tiene deseos de vincularse y hemos tenido la oportunidad única de tomar el poder de la ciudad de Asunción durante seis años, de crear el centro cultural de la ciudad que se llama Manzana de la Ribera. Es un centro que hicimos para que la ciudad mire hacia afuera. Creamos espacios culturales, bibliotecas, auditorios, salas de exposición, un museo que se llama Memoria de la ciudad. Es casi una memoria de la Argentina también, nosotros somos una prolongación de Buenos Aires y de Argentina y ustedes son una prolongación del Paraguay. Por eso, por muy pequeño que sea mi país, y por pobre que sea, nosotros hicimos este trabajo durante seis años habiendo tomado la Intendencia de la ciudad de Asunción. Gracias a este trabajo pudimos hacer una política cultural inexistente en el Paraguay, inexistente ahora pero que ha dejado algunas cosas importantes, para que la gente vaya y se hospede en ese lugar. Aquí hay gente que se ha hospedado en Asunción, porque tenemos un departamento cultural para los artistas que van a exponer en esos días, montones de artistas argentinos. Tenemos una exposición de Marcia Schwartz. Y constantemente estamos haciendo un intercambio, y no sólo tiene que ver con las exposiciones, sino que tiene que ver con la investigación, con la crítica, con el pensamiento, porque hemos creado un centro de documentación y un centro de estudios. Este es el cuarto año que estamos trabajando en el proyecto financiado por la Fundación Rockefeller para nuestro museo, que ha sido tomado como museo piloto de América Latina. Entonces concurren personas de todas partes en sus dos calidades; dicen los norteamericanos que son profesores y estudiantes y se hospedan en Asunción y trabajan. También estuvo Margarita Sánchez que es la curadora de una parte de la Bienal de La Habana. Fueron muchos argentinos, Rodolfo Colombres, el señor Amigo y también chilenos. Tenemos gente joven como el hijo de Nelly Richard que va a estudiar a los indios del norte, después gente de Polonia, de Uruguay, de Perú, de Estados Unidos, de todas partes del mundo que llegan para estudiar los diversos proyectos para el conocimiento no sólo del arte paraguayo, aún por la poca cosa que pueda ser, sino para entender el mundo que se ha visto, que se ha vivido en ese lugar.
Tan es así que un argentino que se llama Amigo ha ido a estudiar los grabados del Cabichu’í. Como ustedes saben, nosotros tenemos un grupo de grabadores que 18 años antes de Guadalupe Posadas, fueron el grupo más importante de grabadores de América Latina que nadie conoce -como ha dicho Dittborn que no lo conocen ahora en Buenos Aires-. Continúa una especie de conocimiento de nuestros grabadores, de nuestro grupo de investigadores, esto tenemos que paliar, si nos consideramos trabajadores de una especie de continente. Para salir adelante como tales, no sólo tenemos que eliminar las dictaduras, combatir la corrupción y combatir el desconocimiento entre todos nosotros. El grupo que estoy nombrando del Cabichu'í, eran unos grabadores soldados que estaban combatiendo contra la invasión del Paraguay -esté uno de acuerdo o no con esa guerra-, pero ellos estaban combatiendo y publicaban en el frente de batalla un periódico que se llamaba Cabichu'í del cual hay solo tres colecciones en el mundo, porque es un diario muy precario. El papel se hacía en el frente de batalla, las planchas para imprimir se hacían en el frente también, los que trabajaban estas planchas eran soldados y en la biblioteca de Río de Janeiro hay sólo 7 números, no sé si hay algo en Buenos Aires. En Moscú hay una colección y otra en la biblioteca nacional de Paraguay. Pero el año antepasado logramos descubrir la colección más grande de este semanario, unos cien números donde se puede ver el trabajo que no existe en el arte latinoamericano, existe en Guadalupe Posada. Pero aquí nomás en Paraguay se había producido un pequeño movimiento que es fantástico, que por suerte tuvimos algunas personalidades grandes que lo han podido apreciar y exponer como el caso de Josefina Plá española o el señor Livio Abramo, gran grabador brasileño, por eso pienso que debemos ayudarnos entre todos para que esto no vuelva a suceder. Nada más.
Llilian Llanes:
Creo que se han puesto sobre la mesa varias problemáticas, cada una de las cuales nos llevaría realmente para hacer un verdadero encuentro de arte latinoamericano, que aunque creo que tiene ese nombre no pretende ser un encuentro, sino un intercambio, un reencuentro. Creo que es fantástico como punto de partida para poder continuar este tipo de cosas. Se habían planteado varias problemáticas que a mí me hubiera gustado continuar, como por ejemplo, el arte de la resistencia como habló Colombino y que en el caso de Dittbom y el grupo de los artistas compañeros de su generación fue también tan fuerte en Chile que costaron tanto trabajo para desarrollar su obra permaneciendo en sus países, en una situación verdaderamente difícil para los artistas que se quedaron, tanto en Chile como en Paraguay. Y cuando hubo una oportunidad de conocimiento fueron reconocidos por el mundo entero. En realidad, sería ponemos a discutir el papel del arte y del artista en la sociedad, papel que hoy desempeña como algo bien importante porque, tomando la idea de Gastón Ugalde -yo también la comparto-, la cultura realmente es lo único que va a salvar esta humanidad en el caos en el que estamos sometidos, que todavía no sabemos luchando unos con otros. En mi modesta opinión siempre he pensado que es porque falta el respeto a la cultura de los otros, porque vemos que ocurren cosas en países, o que en otras ciudades no ocurrirían por temor a que el Coliseo desaparezca. Pero bien, eso es una cuestión objeto de otro encuentro o podría ser objeto de discusión con ellos también.
Hay un tema que Colombino volvió a insistir y que tocó Gastón que creo que es importante, porque a veces nosotros describimos la realidad o describimos una ilusión y nos creemos que ésa es la realidad. A partir de los años 80 se hicieron muchísimos esfuerzos para que la dirección de la comunicación entre los latinoamericanos dejara de ser hacia el norte y se convirtiera en un viaje hacia sus vecinos. Se hicieron muchos esfuerzos y en ese proceso de conocimiento mutuo se fortaleció el arte latinoamericano y no le quedó más remedio al norte que mirar al arte latinoamericano. Sin embargo, hoy en día creo que los complejos de culpa de los centros de poder se compensan invitando a dos o tres artistas de algún que otro país para las macro exposiciones y los eventos grandes y con eso ya terminamos. Nosotros vamos tomando la mano a la cosa y somos curadores de nuestros países y hacemos que nos inviten a ser curadores en Holanda o donde nos dé mucho prestigio, creo que hemos ido para atrás. Desde la década del 80 en la que había una voluntad real de encuentro que se promovió en muchos lugares, con mucha razón, entre latinoamericanos que tenían mucho trabajo para trasladarse, porque la mayoría de los artistas que en la década del 80 fueron a La Habana desde los países de Sudamérica, muchos tenían que viajar a España para ir a La Habana. Y qué decir los del Caribe que apenas con un yate podían en una hora acceder a cualquiera de las costas de La Habana y un martiniqueño tenía que ir a París para después ir a La Habana. En aquella época estos artistas recibían una invitación de la Bienal de La Habana cuando Cuba no tenía relaciones, y la obra llegaba. Como cuando yo no tenía un paraguayo en la Bienal y Colombino en San Pablo me dijo -yo tengo la forma de que los paraguayos estén en la Bienal- pero recuerdo a Colombino que aún antes de eso, nosotros estábamos tan angustiados que su país no participara de nuestra bienal, que le inventamos una exposición y le pusimos como título "Te queremos Paraguay" e hicimos una exposición con artistas de arte correo y el tema era Paraguay. Pensamos, ya que no podemos que ese país esté presente le ponemos "Te queremos Paraguay" hasta que apareció Colombino. Quiero insistir, creo que pudiéramos conversar sobre la necesidad real de que nosotros en América Latina nos conociéramos más y nos fortaleciéramos más en este mutuo conocimiento y colaboración. No estoy tan segura Eugenio de que aquí en Buenos Aires no te conozcan, porque tengo colegas en Buenos Aires que conocen y han visto tu obra, pero acepto que tengas ese sentimiento porque te voy a decir lo que me ocurrió a mí hace un mes cuando llegué aquí. Conversé con mucha gente y sabes, alguien me comentó "tienes que ir a Bellas Artes que hay una excelente exposición de Osvaldo Viteri". Pienso que era la primera vez que exponía en Buenos Aires, un artista de primera línea que ha estado investigando históricamente sobre las raíces y el folklore ecuatoriano y ha hecho una obra de una contemporaneidad, con un espíritu extraordinario, de vínculos con sus raíces, de un rescate de intensidad del arte tradicional ecuatoriano y que uno con el lenguaje contemporáneo se comunica con él. Yo fui a ver la exposición y estábamos la persona que me llevó, yo y los veladores, porque no había realmente un interés por ver ese tipo de arte. Sin embargo, lo tuyo es otra cosa porque es mucho más conceptual. Podemos decir que en la Argentina se interesan más por el arte conceptual… No, yo creo que en realidad estamos poco predispuestos a conocer qué cosa hacemos y qué podemos aprender unos de otros. Hoy he sentido otra vez que ustedes me han dado un poco de aire al escucharlos hablar, porque me doy cuenta que ya casi me estoy quedando atrás en el conocimiento de lo que está pasando en América Latina. Entonces pienso, esto que está haciendo Gastón, yo no lo sabía y hace cinco años yo estaba al tanto de lo que estaba pasando a través de mi gestión por saber lo que estaba pasando. Pero ¿qué ocurre? ¿Cuánto se publica de arte contemporáneo? O de este tipo de cosas en Bolivia ¿cuánto se publica en Chile mi querido Eugenio? Si no fuera por las gestiones de ustedes, y no quiero contarles en Cuba que nosotros no existimos porque apenas hay cómo publicar. Nosotros no tenemos posibilidad de publicaciones, ¿quiénes de nosotros tenemos la posibilidad de que nos hagan un libro con nuestras ideas? ¿O les hagan un libro a ustedes de circulación latinoamericana? Por otra parte, aquí uno entra a cualquier librería y la producción intelectual de este país no tiene nombre. Uno entra a una biblioteca, va a una universidad, uno viene a la Academia y uno se pregunta cómo es posible que se produzca tanto y de tanta calidad en la Argentina y que nadie más conoce porque nosotros no tenemos acceso a estos materiales que no circulan, no salen de Buenos Aires, los manifiestos que acaba de hacer Fabián Lebenglik, ¿cuándo llega esto a Cuba? Si no ahorro, lo compro, y se los reparto a mis compañeros de universidad, nadie se entera de que ese libro se publicó. Por eso me parece tan importante lo que Konex hace, llamar la atención, buscar alternativas. Yo que luché tanto por la bienal y ese tipo de eventos, me dije: me parece que esto no está funcionando tanto. Por eso pregunto ¿qué cosa podríamos hacer para realmente conocemos mejor? Porque a mí me gusta saber lo que pasa en el resto de los países, pero también quiero que me llegue el resto de la producción de mis colegas, porque cuando yo hablo con Rosa María o cualquiera de ustedes tengo una empatía con lo que están diciendo. Puedo estar en desacuerdo con algún matiz, con alguna cosita, pero en el fondo, en lo sustantivo, estamos perfectamente de acuerdo, entonces yo que se suponía que iba a moderar estoy interviniendo, me piden que me modere. Les propongo que hablemos sobre este tema del conocimiento mutuo, cuáles son las alternativas que ustedes ven a esta problemática.
Rosa María Ravera:
Estoy contentísima porque Llilian vino por amistad, lo hizo con ganas y me dijo: Rosa lo hago por ustedes. Acaba de ser abuela y sacarla de su casa de la hija y de la nieta nos ha costado un poco de trabajo, pero ven cómo engranó. Cuando comenzó era una, ahora es otra. Quiero decirlo, porque me llega mucho todo lo que aquí se ha oído. Veo la transformación de mi amiga y recojo la interrogación ¿qué se puede hacer? En primera instancia tener ganas de conocer al otro, decidirlo. Me ha gustado tanto escuchar a Gastón… Porque ver una persona es una cosa, ver la obra es otra. Nosotros siempre en estética decimos “ver la obra”. Yo podría ver la obra, tengo tus textos, Dittborn no es justo decir "nadie me conoce", entonces no te hubiéramos dado el premio, que entre Luis y yo estuvimos discutiendo largamente y de unos cuantos que estamos acá.
Voz del público:
Nosotros hemos visto una muestra tuya en el CAYC hace muchos años.
Eugenio Dittborn:
Mis obras han transitado por muchos lugares.
Rosa María Ravera:
Yo te conozco desde hace 24 años. Pero Colombino, ¿qué hace? Viene cada año. No todos tenemos las mismas oportunidades como él que va a inaugurar dentro de poco tiempo, el 27 en Centoira. Hoy si me dicen ¿vas a Europa? les digo no, porque no tengo plata -lo que es verdad- y porque no tengo ganas. Hay que tener ganas, hay que tener el deseo de conocer al otro, hay que tener deseo de dar los premios, hay que tener deseo de hacer todo lo que hace Konex y todavía de decir ¿qué te parece Rosa si hacemos esto? Y el Mercosur, hay que tener ganas de ir más allá, ellos lo han señalado. Me impresionó esta humildad de hablar de país pequeño, esta humildad sostenida de ustedes y nosotros estamos acá en Buenos Aires, bastante autocentrada y autosuficiente; es así, ¿o no? Pero si uno es una persona y quiere conocer al otro, y no me basta ver la obra. Siempre en estética para mí la obra es algo, la persona que me ha incitado a conocerlo es otra cosa. Y eso es lo que creo genera un vinculo, el que necesitamos, porque en el fondo nuestros territorios son colindantes. Dice Mercosur y por algo nosotros estamos buscándonos, porque no sólo por extensión cultural -se dice en la universidad- sino para conocemos, reconocemos y estar junto a los otros que están muy cerca y que parecen que están muy lejos, y pueden estar muy cerca y dialogar. Si no se hace diálogo como reconoció Platón en in illo tempore no se conoce ni el arte ni a la gente, y si no se conoce ni el arte ni a la gente, y bueno se podrá vivir de otra manera. Uno se embala cuando ve que tiene sentido hablar con el otro, estos señores han recibido sendos premios y ayer fue muy lindo, fue honor y gloria y hoy es este intento de hablarnos de otra manera. Te felicito Luis por esta capacidad y la felicito a Diana Saiegh, ya que han ido los dos a Río a darle el premio a Niemeyer. Esto ha salido en los diarios porque estos son actos que se deben hacer, actos de rendición de honores pero actos humanos, en primer término, de reconocer la condición del otro, el valor del otro e irse hasta allá y estar acá y yo dije tienen que estar acá primero el modo, después la manera, las posibilidades. Tenemos que hablar algo de Niemeyer.
Luis Ovsejevich:
Le pido a Diana que hable sobre Niemeyer.
Diana Saiegh:
Primero quiero pedir disculpas porque estoy llegando de la Biblioteca Nacional donde se le rinde homenaje a Héctor Tizón, que es un compañero de la mesa del directorio del Fondo Nacional de las Artes. Quiero felicitar a los artistas, y recordar que ayer nos fuimos a tomar unos vinos, como corresponde. También quiero que Eugenio nos cuente, porque si bien se leyó un trabajo desde el artista hacia su medio, hacia su entorno, a su medio social, además debemos comprender cómo cada uno ha generado además de su propia obra un trabajo comunitario desde el arte, por el arte que se ha transformado en un trabajo social. Entonces Carlos y Gastón lo han contado, y Eugenio fue asiduo integrante de un grupo que en esos años tan duros, que se han tenido que transitar como una manera de resistencia, también ha trabajado en grupo y esto es parte de nuestra realidad sudamericana. No te vamos a dejar ir ahora…
Eugenio Dittborn:
Necesito volver atrás en un sentido. Aproximadamente en el año 77 en Santiago se produce una confluencia muy extraña entre un grupo relativamente pequeño de poetas, de gente que trabajaba en video, y de gente que estaba experimentando en asuntos de performances y que también trabajaba en gráfica en un sentido un poco más tradicional. Este grupo muy rápidamente estableció relaciones productivas y conflictivas. Porque hay que señalar que el tema de la dictadura no es un asunto externo a los grupos que le resisten desde la cultura sino que en el interior también parecen reproducirse algunas de estas tensiones y de estas pugnas, muy difíciles de manejar. Pero creo que la producción estuvo por encima de eso. Esa producción tenía algunos bemoles que no sé si son comprensibles. Nosotros no teníamos espacio donde mostrar las cosas que hacíamos, los catálogos; estos espacios duraban un mes y medio, no teníamos cómo tener espacios propios, entonces se produjo una cosa muy desgastadora. Durante un período de aproximadamente tres años y medio en el que tuvimos que partir de nuevo -hay una palabra lindísima en chileno que es “aguachar”, es crear lazos afectivos con el público-, estas cosas que se deshacían y se rehacían resultaban altamente destructivas y desgastadoras. Además tuvimos en contra al arte conservador chileno, para excluirnos nos epitetaron de “conceptuales”, epíteto descalificador. Todos en las universidades, en las escuelas de arte y en las escuelas más o menos tradicionales que fuera diverso, fue catalogado de conceptual aunque no se supiera de qué se hablaba, qué coño era el conceptualismo. Fue una suerte de llamarada intensa absolutamente efímera que no tomó contacto, ya que no era el poder cultural. Cuando vine a Buenos Aires en 1978 la censura argentina no tenía nada que ver con la chilena que era llevada a cabo por milicos de campo. Tengo la impresión que la Argentina era más sofisticada y en tanto la paranoia reinante tenía más consistencia. La censura cultural chilena se preocupó del teatro y de la canción popular. En cambio, nosotros, en las artes visuales teníamos un espacio, hay que reconocer que es así, este movimiento en el cual había críticas, como Nelly Richard y artistas que transitaban por diversos géneros artísticos lo que lo hizo lo más rico e increíble. Se fue disolviendo a los tres años porque esa gente que tenía unos 26 años -yo era mayor- pero ellos tuvieron que buscar trabajo fuera de las escuelas de arte y tuvieron una especie de disolución de esta estrella. Pero la luz de la estrella que en física se llama luz fósil, es una luz que continua viajando y aunque la fuente se destruye, esa luz funciona aún, ese espacio de arte que era un colectivo múltiple se llamo escena de avanzada.
Diana Saiegh:
Se merece un aplauso, era importante que nos transmitiera ese espíritu de solidaridad, que nos trajimos en el bolso vacío porque viajamos con mucho cuidado con el premio hasta Río de Janeiro. No dejamos ni que la azafata nos ayudara para eso, para premiar a Oscar Niemeyer. Reconocí en varios momentos que no podía soportar la emoción, ahí lo veo escondido a Clorindo -que sé que también se va a emocionar- es lo que quiero transmitir, la emoción. Sabíamos que le llevamos un premio al grande de América, a quien había logrado construir el espíritu de solidaridad que estamos evocando esta noche. Ese espíritu de solidaridad que cada uno de ustedes consiguen en su país, con su cultura en su tierra, ni hablemos de la lucha de poder llevar a cabo estas bienales. Era encontrarse con este personaje desde la arquitectura pero también desde el arte, uno piensa en Niemeyer y piensa en un escultor, produce una obra que tiene mucho que ver con la de Clorindo. Parte de ese espíritu de solidaridad, él tiene completamente claro que lo que va a generar como arquitectura es algo que no sale de un capricho ni de una noche trasnochada sobre el tablero. Por eso uno se encuentra con un joven de 95 años que a los cinco minutos de conversación te toma de la mano y te dice, "vengan que les quiero mostrar el proyecto que estoy haciendo". ¿Y qué está haciendo? Un museo para el nordeste porque esa es su región, y él que pudo construir en Argelia porque estuvo exilado, cuando le dijeron esta tierra no tiene lugar para usted e hizo las valijas y se fue, pudo construir en Europa. Pero que sabía que su lugar era Brasil y en cuanto pudo volver, regresó. Su lugar es el nordeste, su obra fue Brasilia, la imaginó de la nada y dijo vamos a hacer una ciudad y no una ciudad, sino la capital de ese gran país. Sabía perfectamente cuál era la realidad de su país, es más, en este momento uno se encuentra con Oscar Niemeyer a quien ya ni siquiera le alcanza que haya ganado Lula. Hizo una escena, se puso el gorrito de los sin tierra e hizo un gesto muy gracioso porque está siempre un paso más, siempre quiere un poco más, pero su gente son los sin tierra. Nos mostró un museo para el nordeste que tiene mucho de este otro museo que nosotros visitamos. En la primera visita nos preguntó si fuimos al Museo de Niterói y si no lo hubiéramos hecho no tenía sentido que siguiéramos hablando, porque quería que pisáramos su gran creación. Efectivamente, fuimos, lo recorrimos y observamos cómo su gente lo admira. Tomamos un taxi y le comentamos al taxista que íbamos a entregarle un premio a Niemeyer y casi choca porque uno dice Niemeyer y es el Pelé de la arquitectura. No había nadie que no preguntara que quería decir que le fuéramos a entregar un premio, si es verdad que resultaba extraño que una Fundación argentina fuera a premiar a lo más grande que ellos tenían. Y entonces quiero transmitirles que fue muy hermoso e inolvidable estar con él, con alguien que está preocupado por la realidad americana, que sabe que todo los que nos está pasando tiene un motivo, tiene un por qué. Que estamos en esta situación económica de la que tenemos que salir adelante antes de lo que podamos y tiene un sueño y es lo que se ve en su estudio en Río con sus papeles, sus lápices. En Niterói no sólo está el museo que ya está construido y que ya está siendo usado, lleno de chicos que van de la facultad de arquitectura. Logró algo extraordinario, quizás lo que logró Clorindo cuando hicieron el Centro Recoleta donde entran un millón de personas por año, y nadie lo cree. Uno lo cuenta a un europeo y no lo cree. Yo me pasé diciendo que entraban un millón de personas por año. Este museo de Niterói tiene una envolvente circular desde la cual se ve ese maravilloso paisaje de la ciudad de Río, y pone al visitante en la opción de ver la naturaleza o ver arte dentro del interior. Es un museo que abraza al visitante, y se completa con un camino denominado Niemeyer, tiene un museo de cine, un memorial, un teatro a punto de construir y una pequeña capilla. Cree que lo va a ver hecho, una parte ya está construida, otra en hormigón. Creo que esto es lo más importante que puedo contarles porque no sólo se contenta con esto y tiene en sus paredes colgado el diseño del museo.
Luis Ovsejevich:
Voy a agregar algunos detalles de Niemeyer en el Museo de Niterói. La directora que nos acompañó y que nos hizo recorrer todo el camino nos dijo que un día habían ido tres mil chicos a visitar el museo y le pidieron autógrafos y el arquitecto pasó horas y horas firmándoles autógrafos. En mi caso personal compré unos libros y llevé unos folletos, y como mi hija se recibe pronto de arquitecta, le pedí unas dedicatorias, que firmó “Para Silvana, meu colega”, lo hizo también para mi otra hija Mariana, para mi hijo Andy y para mí. Con conocimiento fue distinguiendo a cada uno de los que firmó los autógrafos, es realmente asombroso pensando en sus 96 años.
Diana Saiegh:
Acabo de ver a Mario Roberto Alvarez y digo ¡qué noche extraordinaria! Tres artistas latinoamericanos, una gestora cultural latinoamericana y creo que nuestros dos más grandes arquitectos, acaba de ingresar Alfredo Casares.
Rosa María Ravera:
Te pediría Luis que agregaras algo sobre cómo surgió el proyecto, que tiene tanto sentido para los arquitectos y que ha partido de tus iniciativas.
Luis Ovsejevich:
Se relaciona con lo que dije ayer, en palabras improvisadas, hablé de Brasilia una generación en los años 60 en la cual hubo estadistas como Frondizi en la Argentina, en Brasil Kubitschek, mencioné incluso a Kennedy, y a gente de esa década. Lamentablemente, estamos asistiendo en nuestros países, en Latinoamérica, a un momento en que la gente no está preparada para dirigir un país, y que no les interesa la cultura. Creo que la única manera de que salgamos de lo que llamamos el subdesarrollo, o países en vía de desarrollo, nombres que van cambiando de acuerdo a cada década, es dar cultura y educación. Hace ciento y pico de años tuvimos un Sarmiento, un Alberdi que era su opositor, un Mitre que también tenía sus opositores, pero gente que en el conjunto, aún con sus diferencias políticas, se preocupaba por generar la educación. Creo que en estas últimas décadas estamos asistiendo a un período en el que la cultura y la educación deben arreglárselas por sí mismas, no hay una política cultural, y esto es lo que nos está afectando. Si nosotros conseguimos que desde el gobierno se establezcan el apoyo a la cultura y la educación, no dudo que vamos a progresar rápidamente. Nosotros desde el punto de vista de la Fundación ya son 24 años que venimos tratando de demostrar nuestro apoyo a la cultura. Comenzamos con los Premios Konex, parecía entonces una ilusión. Desde el 80 se transformó en una actividad en la que premiábamos a cien personas: y hubo jurados que decían por qué cien y no ciento veinte, porque se estableció que fueran 100. Ahora la gente sabe que cada año es una actividad diferente que se repite cada diez. El año pasado creí necesario extenderlo al Mercosur, y ampliarlo a Perú, México, Cuba pero pensé que iba ser muy difícil. Ya con los cinco países señalados nos costó muchísimo, fue una tarea difícil armar los jurados, armar la estructura en esta primera versión fue un esfuerzo mayor que entregar los premios acá, donde ya está prácticamente armado todos los años. La intención fue ampliarnos al Mercosur y contamos con el valiosísimo aporte de Rosa María Ravera, que el año pasado actuó con nosotros en el jurado en los premios de Artes Visuales. Le dije que tuve la idea de los premios del Mercosur y le pareció bárbaro. Me ayudó, colaboró conmigo, nos pusimos de acuerdo a quien convocar en los países, todo fue consultado, así que juntos hicimos posible lo de este año. Y el próximo vamos a extender el premio Mercosur a las Letras. No lo vamos hacer anualmente por el momento, sino cada dos años, 2004 a las Letras, 2006 será Humanidades, 2008 destinado a las Instituciones - Comunidad – Empresa, 2010 a los Deportes, 2011 a los Espectáculos, el 2013 Ciencia y Tecnología, el 2015 a la Música Popular. el 2017 a Comunicación - Periodismo, el 2019 a la Música Clásica y después volveremos. Parece todo ilusorio como cuando empecé en el 80, pero espero que alguien pueda continuar y hacerlo. Hace dos años, cuando llevamos la colección de cuadros de Konex a Shanghai, que fue la primera vez que se llevó al exterior, luego fue a Mar del Plata, fue mi segundo viaje a China y como me quedé varios días recorrí bastante más y hay un edificio exclusivamente dedicado a lo que fue lo que es y lo que va a ser Shanghai y hay una maqueta gigante lo que va a ser en el 2020. Eso ocurre en China que está creciendo. En la Argentina yo pensaba nadie está proyectando nada y nosotros tenemos todas las condiciones intelectuales para hacerlo, necesitamos una mejor clase dirigente.