La vuelta del malón es la obra más característica de Ángel Della Valle y una de las cumbres de la pintura argentina del siglo XIX.
En una época en que en Buenos Aires no había aun salas de exposición, ni una galería pública de pinturas, esta tela de grandes dimensiones fue exhibida por primera vez al público en 1892 —un ano excepcional en su producción artística— en el escaparate de la ferretería de Nocetti y Repetto y de inmediato conquisto la admiración del público porteño.
La prensa periódica registro el acontecimiento destacando que "en una verdadera romería se ha convertido hace varias noches la casa Repetto calle Florida, donde se exhibe un cuadro del pintor argentino Ángel Della Valle. Un malón de indios es el motivo que ha inspirado al joven artista (hecho para la Exposición de Chicago)... [En el] cuadro de Della Valle... hay movimiento, vida, verdad suma y novedad admirable. Una entonación vigorosa, campea en todo el cuadro que esboza el cielo brumoso y la pampa enlodada, con tonos verdes, donde a todo escape se desliza la indiada montada en briosos corceles de los cuales colgados a los pescuezos se observan sangrientas cabezas humanas y los frutos del botín, un indio en primer término que conduce por delante desmayada una hermosa mujer, mas allá otro que empuña una insignia sacra y una lanza, un tercero que alienta a su caballada revoleando un incensario, aquel con una valija y otro que le sigue con un misal, por un lado un indio que arrea una caballada y finalmente la silueta de muchos que se atropellan corriendo (a lo lejos las poblaciones). El conjunto resulta correcto y proporcionado. Buen dibujo y mejor colorido..." °
Era la primera vez que Ángel Della Valle trataba el tema del indio.
Della Valle pinto este cuadro —con este tema tan americano y en una época en que estaban aún muy frescos los relatos de los malones— con vistas a ser exhibido en la Exposición Internacional del IV Encuentro del Descubrimiento de América, que se realizo en la ciudad de Chicago en 1893. En ese certamen fue laureado y al año siguiente la obra fue aclamada en Buenos Aires en el II Salón del Ateneo.
Della Valle había estudiado en Florencia con Antonio Ciseri. En 1883 comenzó su carrera en su patria pintando retratos. Pero paulatinamente fueron apareciendo en su producción los motivos rurales; se convirtió además en un eximio animalista y paisajista y paso a ser el gran pintor de nuestras costumbres nacionales.
Para Ángel Della Valle la enseñanza fue una segunda naturaleza. Durante 18 años dictó gratuitamente junto a Reinaldo Giudici los cursos de dibujo y pintura de la Academia de Bellas Artes, que era contigua a su taller de pintor, y a nuestro Museo Nacional de Bellas Artes, en el Bon Marche. Allí murió el 16 de julio de 1903 mientras daba su clase nocturna.
Ana María Telesca