Este Desnudo muestra claramente una faceta de la labor de Jorge Larco. Un cuerpo femenino rotundo, de pie, con volúmenes simplificados y potentes, impone su presencia de fuerte sensualidad, con una pincelada plena de vida, a veces despreocupada, dejando ver el fondo de la tela, una materia densa de tonos graves y una claridad en la zona central, que reduce el rostro a la insignificancia.
La sabiduría pictórica del autor, se evidencia también en el tratamiento del espacio, que va superponiendo planos hacia atrás en bambalinas sucesivas que enriquecen y destacan el primer plano.
Estas composiciones de sólida articulación, de factura enérgica y fluida, con cierta dramaticidad, constituyen una de las vertientes de su praxis, la otra —la más conocida— son sus acuarelas, en las cuales se arriesga en verdaderas aventuras cromáticas en las que identifica la pulsión de la naturaleza con su propia instancia creadora.
Al presentar sus acuarelas en Madrid (1946) ha escrito Enrique Azcoaga: "En las acuarelas de Jorge Larco, de una jugosidad tan madura, de una luminosidad abrasante, de un grávido y como carnoso encendimiento, el trozo vivo de que se trata, abandona el orden fluyente de la realidad concreta, para ser conducido y remansado en la íntima armonía de estas unidades, donde se aclara definitivamente lo vivo por cierta temperatura personal.
Así de vibrante era la figura de Larco, quien abarcó los temas más variados: desnudos, flores, bodegones, retratos, paisajes (del Delta, de Córdoba, del Brasil, de España, de los suburbios porteños, del campo y la costa de Buenos Aires).
Penetró en los aportes de los nuevos lenguajes pictóricos buscando un equilibrio personal. Es sobre todo en los óleos que se percibe su gusto por la solidez constructiva de Cézanne y por la materia, como Van Gogh.
Larco había estudiado en México con el muralista Roberto Montenegro y en España con Alejandro Ferrant, acuarela y con Romero de Torres, pintura. Allí colaboró como dibujante en la revista La esfera, como lo hizo al llegar a Buenos Aires en Caras y Caretas, Plus Ultra, Mundo Argentino y El Hogar.
Fue escenógrafo, ilustrador, profesor de las Escuelas de arte, historiador y crítico de arte.
Sensible, culto, polifacético, generoso en su obra y en su vida, conformó una de las imágenes típicas del artista de los años 30. Tuvo un concepto de arte no comprometido con componentes de sensibilidad y elegancia en un ambiente donde todavía los "grandes relatos" parecían tener vigencia y permitían una relación armoniosa con la realidad que se presentaba (o algunos veían) como estructurada y confiable.
Nelly Perazzo